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Por qué uno se va de putas o contestación a la Sra. Carmena

  • concapaysombrero
  • 3 ago 2015
  • 5 Min. de lectura

Muy Sra. Mía:


Leo con sorpresa, en la prensa de este país, esa que publica anuncios de putas y putos en sus páginas, “imagino” que en un acto de conmiseración para con sus clientes, que usted ha pedido en el Vaticano una reflexión sobre "por qué uno se va de putas", durante su intervención en el congreso 'Cambio climático y nuevas formas de esclavitud moderna', organizado por la Academia Pontificia Ciencias Sociales del Vaticano y la ONU.


Le alabo el gusto, porque hablar de putas ante el Vaticano y la ONU, es muy valiente y estoy seguro que entienden la materia perfectamente, me refiero, no sea usted mal pensada, por la cantidad de estudios que hace la Academia Pontificia y por lo ilustre y consabido del buen proceder de sus miembros para con los temas sociales.


Me llama la atención la falsa moral que tienen determinados colectivos hacia el muy antiguo e ilustre gremio de las putas. Usted que ha pedido, en este respetable foro, que se piense sobre “el consumo de prostitución en las sociedades”, abre un debate que llevaba tiempo adormecido, pero que siempre ha tenido y tiene la misma solución, sólo hay que tener los arrestos de hacerlo.


“En las sociedades” en general no sabría responderle, porque aunque conozco unas cuantas, no me veo con el conocimiento suficiente, pero si le puedo decir a cerca de la sociedad de Madrid, esa maravillosa ciudad cuyo ayuntamiento usted preside en la actualidad.


Empecemos por el principio. Putas, hay de dos tipos, las que ejercen su oficio obligadas y las que lo hacen en la más absoluta libertad, es decir, porque quieren.


Respecto de las primeras, la solución pasaría por dejarse de hipocresías y legalizar la prostitución como ocurre en otros países más avanzados que el nuestro, en casi todo, vease Holanda, Alemania o Suiza. Obligar a alguien a ejercer la prostitución o cualquier otro trabajo, va contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos y además en este caso aboca a todo un amplísimo colectivo de mujeres a verse humilladas bajo la represión de mafias que instrumentalizan su cuerpo como si fueran animales. Esas mujeres, supervivientes, pese al calvario, intentan en muchos casos cambiar un pasaporte a un país de supuestas oportunidades por su dignidad, por su salud y en muchos casos, tristemente, por su vida, que queda en manos de los proxenetas y de las mafias. A esos, a los chulos, a los proxenetas, persígalos, enciérrelos, aplástelos, acabe con ellos.


De las del segundo tipo, que decirle, que enhorabuena por ellas. Porque si les gusta acostarse con quien quieran por dinero, están en su completo derecho a hacerlo y a quien no le guste, lo tiene fácil, que no las contrate o en su defecto que no mire. Si una persona quiere ejercer este oficio para sobrevivir o para enviar a sus hijos a estudiar a Eton, me parece estupendo, porque no le hace daño a nadie y cada uno es dueño de su vida, de cómo gestionarla y de cómo ganársela, mientas no afecte a un tercero. Usted que ha sido magistrada recordará la famosa máxima de Ulpiano: “ Honeste vivere, naeminem laedere et jus sum cuique tribuere” ("Vivir honestamente, no dañar al otro y dar a cada quien lo que le corresponde").


Sabe, señora alcaldesa, que el problema de todo esto, además de los réditos políticos de unos y otros, es que en nuestro país sigue habiendo mucha falsa moral con según qué temas y es más fácil decir naderías delante de cuatro periodistas, muchos de ellos escribas a sueldo, que hacer el trabajo, que prestar un verdadero servicio a la sociedad, poniendo en negro sobre blanco, legislando en la materia que sea, cuando uno puede, como es su caso actualmente.


Posiblemente, y permítame que le lance un cuarto de espadas, en Trento nos equivocamos de Dios, y en vez de tener esta sociedad de viejas beatas que disecan el gato cuando se les muere, deberíamos habernos dado cuenta de lo importante que es quererse, ser feliz y ver al ser humano como un animal que intenta sobrevivir, con todas sus virtudes y todas sus imperfecciones. Que la vida es una oportunidad maravillosa, aunque siempre haya gente dispuesta a fastidiar al de al lado. Pero qué le vamos a hacer señora, este es el país que tenemos y aunque tenga muchas imperfecciones, también es una gran nación y permite que uno se pasee por el mundo con cierto orgullo, sino de lo que ahora es, por lo menos, de lo que fue.


Como conocerá, las prostitutas en Suiza, cotizan y tienen seguridad social y derecho a pensión. Ese es el camino señora alcaldesa. Dejémonos de hacer brindis al sol que para nada sirven y seamos prácticos. La reflexión ontológica de porque uno se va de putas, ya se la hago yo y así ahorramos tiempo.


Mire, desde que el mundo es mundo y sale el sol sobre la Tierra, el ser humano es un animal pura y absolutamente sexual. El hombre y la mujer se levantan por la mañana y consciente o inconscientemente piensan en el sexo y lo practican, la mayoría de las personas del planeta, a diario, ya sean solos o en compañía. Hay un libro muy interesante para leer, escrito por el profesor Freud en 1905, “Tres Ensayos sobre una Teoría sexual”, en él, ya se lo resumo, se cuenta como la sexualidad invade todos nuestros actos más cotidianos, como en nuestro caminar diario gran parte de nuestra reacciones tienen un raíz de carácter sexual y como el sexo marca nuestro carácter y la ausencia de él alimenta, en muchos casos, las peores locuras que un ser humano puede llevar a cabo. Si algo en el sexo hay malo, es su ausencia, porque hace aflorar las más indeseables conductas del ser humano.


En este contexto que le relato, a esa necesidad sexual, se unen un montón de problemas que el ser humano arrastra desde su llegada al mundo y muchas carencias. Le destaco una sobre todas que, podrá leer en infinidad de libros de psicología sobre la materia, y escuchar en muchos testimonios de las personas que trabajan en el sector de la prostitución, destaca sobre las demás. Se trata de la soledad. La mayoría de la gente que va de putas, además del sexo, y en muchos casos, reconoce no hacerlo por el acto físico per sé, sino por un abrazo, por un beso, porque le escuchen, porque al fin y al cabo, persiguen lo que todos queremos, pero nadie se atreve a reconocer, que necesitamos que nos quieran. Esto, en absoluto, justifica contratar una prostituta, y menos si está obligada a serlo, pero así es alcaldesa, la soledad mata y genera consumo de prostitución.


Siempre que ha salido este debate a la palestra, se escuchan los mismos verbos: “penalizar”, “perseguir”, “multar”, etc. ¿Pero señora alguien se cree que por multar o perseguir a los consumidores de prostitución, va a dejar de haber putas? Venga, seamos serios. Que no, que no.


Dejemos por tanto, de perseguir, de multar y de poner en marcha políticas estériles cuando se puede hacer algo mucho más efectivo, más digno y, permítame que le diga, incluso más bonito. Deles dignidad, conviértalas en ciudadanas y ciudadanos de primera, deles derechos, abogue por su seguridad social, permita que tengan acceso a una sanidad comprensiva con su oficio, piense en su retiro, piense en su hoy, pero también en su mañana. Legisle señora, o haga que legislen, pero nada de reflexiones, que mientras pensamos muchas están muriendo o aguantando un calvario.


Nada de doble moral. Seamos serios. No se trata de penalizar, sino de dar dignidad.


Atentamente


VMCG

 
 
 

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